El sueño es un estado de reposo periódico y reversible, que se caracteriza por una reducción de la consciencia, de la actividad motora y de la reactividad sensorial. Permite el restablecimiento físico y emocional, el ahorro de energía y la consolidación de los recuerdos almacenados durante la vigilia.
La polisomnografía es la técnica para estudiar el sueño. Para ello monitoriza los múltiples parámetros electrofisiológicos durante el sueño y supone habitualmente la medición de la actividad electroencefalográfica, electrooculográfica y electromiográfica.
Mediante esta técnica se pueden registrar cinco estadios de sueño diferentes. Cuatro de ellos se agrupan en lo que se llama sueño no REM y el restante se denomina sueño REM.
En publicaciones posteriores ampliaremos sobre los cinco estadios y lo que ocurre en cada uno de ellos y como va variando según los grupos de edad.
Dicho esto, para que exista diagnóstico de insomnio es necesario, además de la evidencia de la dificultad de dormir habiendo una oportunidad adecuada para ello, una queja subjetiva del insomnio y al menos uno de estos tipos de incapacidad percibida durante el día:
- Fatiga diaria o malestar.
- Trastorno en la concentración o en la memoria.
- Disfunción social o laboral.
- Trastornos del humor o irritabilidad.
- Somnolencia diurna.
- Disminución de motivación, iniciativa o de energía.
- Dolor de cabeza y síntomas gastrointestinales como respuesta a la pérdida de sueño.
- Propensión a errores o accidentes de trabajo o conduciendo.
- Preocupación sobre el sueño.
- Valeriana: no se consideran apropiados para el insomnio agudo, después de varias semanas de uso puede promover un sueño natural. No obstante, otras revisiones demuestran que es segura pero no eficaz.
- Antihistamínicos: los más utilizados habitualmente son la doxilamina y la difenhidramina. No son útiles de forma crónica porque generan tolerancia a los 7-15 días de su uso continuo. Además en personas mayores no debe de usarse como hipnóticos o sedantes por los efectos anticolinérgicos, los cuales pueden provocar confusión mental, retención urinaria, estreñimiento, etc.
- Benzodiacepinas: los más comunes son el diazepam, lorazepam y bromazepam. Generan dependencia y tolerancia por lo que no deben utilizarse durante mucho tiempo, es más, si se pretende abandonar el tratamiento es necesario comunicarlo al médico para que le proponga una pauta para ir disminuyendo poco a poco la dosis y no provocar un efecto rebote. Es obligatorio la prescripción médica para poder obtenerlo de la farmacia.
En primer lugar se debe intentar mejorar la calidad del sueño con medidas higiénico-sanitarias tales como:
- Ir a la cama sólo cuando se siente cansado.
- Usar la cama y el dormitorio para dormir, por ejemplo, no leer revistas o libros, ver televisión, comer o preocuparse mientras esté en la cama.
- Abandonar la habitación si no se queda dormido en 15-20 min. Permanezca en otra habitación tanto tiempo como sea necesario y vuelva sólo cuando se sienta somnoliento de nuevo.
- Levantarse todas las mañanas a la misma hora independientemente de cuánto haya dormido la noche anterior (usar la alarma si es necesario).
- Eliminar el reloj de la mesita de noche.
- Hacer ejercicio por la tarde o por la mañana temprano.
- Evitar café, alcohol y nicotina.
- Regularizar las horas de dormir.
- Tomar un pequeño aperitivo por la noche.
- Controlar el uso de hipnóticos.
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